TIEMPOS DE AMARANTXS




“Somos como la paja de páramo que se arranca y vuelve a crecer y de esa paja de páramo sembraremos el mundo” 
Dolores Cacuango.

Por: Alex Portero Navarrete


I
Temporalidades enmarañadas y translocalidades

Para lograr un análisis del presente es necesario una perspectiva histórica decolonial, el acontecimiento histórico no se encuentra en un contenedor del espacio tiempo que pasa por la banda de producción de hechos históricos, la cual recorre de forma constante de izquierda a derecha sobre un aparato llamado el tiempo lineal, que como nos dice nuestro sentido común se dirige del pasado al futuro como una flecha unidireccional y unívoca. En este caso desafiando el sentido de esta supuesta linealidad intentaré proponer una nueva forma que nos permita mirar la jornada del paro plurinacional como un punto marcado por el entrelazamiento de tiempos y espacios, donde el pasado aparece de forma fantasmagórica en láminas de eventos que se proyectan frente a nuestros ojos como imágenes ya antes vistas con rostros conocidos pero que además permite escuchar voces que resuenan bajo el eco de la historia. Esas mismas voces son además las voces del futuro, serán repetidas una y mil veces en una cacofonía de varias lenguas, los idiomas que se transforman continuamente son apenas una formalidad que requiere esa sonoridad del clamor urgente de su liberación.

Para ser más precisa en esta propuesta, sugiero situar tres fechas marcadas en el calendario gregoriano para demostrar que a pesar de su distancia temporal, éstas se hallan entrelazadas. La primera, un 12 de octubre de 1492, un diario de viaje evidencia que una travesía marítima terminará en una catástrofe civilizatoria que continúa su curso. La segunda, un 28 de mayo de 1990, en las vísperas del Inti Raymi, se da el primer levantamiento indígena, que se promete a sí mismo y a su descendencia mestiza nuevos tiempos, se hace consciente de que otro futuro es una posibilidad alcanzable, peleable, creen también en la escatología inminente de la emancipación en un tiempo zigzageante. El 12 de octubre del 2019, ese mesianismo anunciado en el 90 resuena en el corazón del norte. Cuerpos migrantes desde Latinoamérica y Kurdistán se juntan para celebrar el día anticolonial y con ello se expresan en una movilización que laurea la solidaridad de los pueblos que resisten cualquier forma de injusticia provocada por las estructuras capitalistas, patriarcales, racistas, también imbrincadas la una con la otra. El mismo día en Ecuador esas estructuras se ven materializadas en la batalla entre cuerpos en resistencia y cuerpos prótesis del poder, que pretenden mantener el orden colonial de más de quinientos años. Todos usan extensiones de su cuerpo, lxs unxs usan piedras, palos, catas, zampoñas, guitarras y cartones como escudo, los otros usan armas letales, tolete y se movilizan en motos y tanquesdeguerra. Podríadecirqueloscuerposalienadosporaqueldiscursodel poder hegemónico se presentan como canallas de la historia, mercenarios, cumplen como cualquier otro asalariado la tarea designada por el patrón elegido. Los mandamás oficiales del gobierno declaran bajo instrumentos jurídicos favorables a su causa, el toque de queda y dan continuidad el estado de excepción, cosa que resulta cada vez menos excepcional y que se pretende normalizar allí donde tiene que darse la “excepción” de reprimir a quienes no aceptan su destino histórico, lo cual está totalmente avalado como un derecho y obligación del Estado moderno.

II
Masacre de Jartún


Las discusiones de almuerzo pasaron del “small talk” o conversación trivial a otros temas, en tanto comento a mis compañeros de mesa sobre lo sucedido en Ecuador ellos me revelan su verdad. Apenas iba en aquel relato de los policías y las cadenas humanas que impidieron una masacre, lo cual comentaba casi atropellando mi propio relato sobre lo ruin de aquello de atacar en la noche a quienes dentro de los sitios de paz descansaban; es que fui interrumpida por uno de ellos, quien me dijo que algo parecido había pasado en su país, Sudán. Una noche de los primeros días de junio mientras los manifestantes tomados la ciudad durante más de un mes y luego de derrocar al viejo gobierno perpetuado por 30 años, decidieron permanecer indefinidamente en respuesta a aquello que históricamente parecía una tomadura de pelo; sacar presidentes para que aquel poder colonial se personifique en los que suben al poder, fueron embestidos por las fuerzas militares que mataron a más de 100 manifestantes y violaron a 70 personas. Mientras dormían. Me dijo que el internet no funcionó durante dos semanas en el territorio, me acordé de los inhibidores de señal utilizados en el parque “El Arbolito”. Esa parte de la historia aparecía como quitadas de mi boca, pues las hubiese relatado en caso de que eso se hubiera dado en Quito. Por un momento, mi razonamiento me engañó pues en algún momento creí habernos librado de ello, pero no, efectivamente pasó, aquel desenlace que esperábamos durante el paro de Octubre pasó, pero se dio en otro espacio tiempo, a cientos de kilómetros de distancia, en la llamada Masacre de Jartún, un 3 de junio del 2019. Nuestro relato se fundió en un desenlace seguramente repetido una y otra vez.

III
La catástrofe

Karen Barad afirma que la catástrofe fue tácitamente declarada un 6 de agosto de 1945, no mediante la performatividad de palabras haciendo una declaración, sino que se utilizó una bomba de tecnología nuclear. La bomba de Hiroshima y Nagasaki. Los preparativos de la declaración de esa guerra contra los pueblos poscoloniales requirieron varios intentos hasta que resulte lo más nefasta posible. Éstos se llevaron a cabo en América del Norte contra los pueblos indígenas del sur del país previamente al bombardeo en Hiroshima y Nagasaki. Estoy de acuerdo; vivimos la catástrofe en su estadio final de neo barbarie, la sentimos, la olemos por más que los medios no lo hayan transmitido, sabemos que aquí pasa algo, estamos en guardia con los cuerpos tensionados de los que hablaba Fanon .

IV
Lxs amarantxs

Cuando la ciencia se pone de lado de la vida logra cosas maravillosas, científicas feministas han descubierto que el Amaranto es una planta en resistencia, resiste la manipulación genética, lucha contra los transgénicos, es decir preserva la diversidad. Lo estudian justamente porque quieren saber sus mecanismos de defensa, buscan aquella información que nos revele la arquitectura de la resistencia más allá de que poseemos organismos distintos. Ellas, las eco antropólogas tienen un fin: hacer esa información transferible para lxs sobrevivientes de la catástrofe. Los animales y plantas también están en guardia, sus genéticas están cambiando, pelean en esta guerra a su manera, muchas de ellas, de forma cooperativa, se solidarizan entre sí contra la destrucción.
Permanezcamos en el amaranto, esta es una planta que aparece en los Andes sudamericanos pero que luego fue dispersada por cuerpos con intenciones,

imaginación y memoria; acompañados del viento y de los buenos climas. Otros seres vegetales y animales poseen también una memoria, es más la usan para de manera interactiva cambiar su entorno y viceversa, logran a partir de su memoria frente al pasado proyectarse al futuro. El cambio es un juego sobre la mesa de las temporalidades.

IV
Hacerle justicia a la historia

Aprender de unos amarantos que resisten y prometen su presencia en el devenir es una posibilidad, lograr concretarla implica nuevas epistemes o quizá simplemente hacer justicia a las epistemes que fueron silenciadas e invisibilizadas. Si pienso en justicia pienso en todo lo que bajo responsabilidad de unxs se hizo contra otrxs, en que asuman esa responsabilidad aún si ahora son fantasmas que se pasean en medio de nosotrxs.
Estoy convencida de que la forma de hacer justicia es como decía Benjamin romper con ese tramposo continuum de la historia representado como una flecha unívoca. El hacer justicia requiere proyección, necesitamos proyectarnos, anticiparnos a uno de los futuros arrebatados en el pasado, es ese el proyecto político, hacer justicia al pasado. Donde lxs sembradorxs de amaranto, aquellos criminalizados en aquellas épocas cuando el reino de España prohibió su siembra y consumo, continuaron pese a ello sembrando y cosechándolo; conscientes de su derecho a la desobediencia civil. Con esto también quiero decir que necesitamos cosechar otras metáforas pues hay quienes esperan por el fruto de la resistencia y por la promesa de la justicia. Están en guardia y resisten; es necesario que sepan que no los hemos olvidado bajo la tierra, en una celda, en un cuarto de hospital, en un refugio, bajo el agua, o en la intemperie.

Somos muchxs en distintas coordenadas, en distintas temporalidades, estamos atravesados por diversos discursos adecuados para reproducir aquella dominación que nos vulnera, procuramos desterritorializarnos de ellos para volver nuestros cuerpos libres otra vez y hacer con estos nuestros cuerpos de diversos en formas y colores una contra declaración de lucha por los nuevos tiempos emergentes de la catástrofe.
Soportando la injustica histórica, guerreamos, cantamos, bailamos, nos retorcemos, nos movilizamos y nos anticipamos con las armas más poderosas de la imaginación al tiempo de lxs amarantxs.

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