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Mostrando entradas de enero, 2012

CINCO TESIS SOBRE LA COYUNTURA AGRARIA EN ECUADOR

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Pablo Ospina Peralta La Conferencia Plurinacional sobre Soberanía Alimentaria (COPISA) presentó en diciembre su proyecto de “ley de tierras” al Ministerio de Agricultura. Entre otras cosas, el proyecto contempla fijar un límite máximo al tamaño de la propiedad individual (500 hectáreas en Amazonía y Costa y 200 hectáreas en la Sierra) así como establecer causales de reversión de los predios en caso de que no cumplan su “función social y ambiental”. Tanto la primera versión de esta propuesta circulada en septiembre como una versión más antigua de una propuesta de ley de tierras preparada y hecha pública por el SIPAE (Sistema de Investigación de la Problemática Agraria del Ecuador) en el año 2010, pusieron momentáneamente el tema de la redistribución de tierras en el centro del debate nacional. Aunque una reforma agraria no puede limitarse a redistribuir tierras, es claro que no sería “reforma” si no lo hiciera. La redistrib

Sin Facebook

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[ cerrar ] Comparta esta nota con un amigo E-Mail de su amigo Su nombre Su E-Mail Por Atilio A. Boron * Días pasados cometí un “error imperdonable”: criticar acerbamente a la secretaria de Estado Hillary Clinton cuando ante el quinto asesinato de un científico iraní se limitó a encogerse de hombros y decir que aquello era resultado de las provocaciones de Teherán al negarse a suspender su programa nuclear. Dije entonces, y lo repito ahora, que la Clinton es “el eslabón perdido entre las aves carroñeras y la especie humana”, recordando su carcajada cuando le comunicaron el linchamiento de Khadafi. Pero mi “error” fue postear esa opinión en Facebook: pocas horas después se me prohibió el acceso a mi cuenta y tomar contacto con más de mis siete mil seguidores. Lo que vino desp

Sobre el arte y la vida cotidiana

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Por Marta Zátonyi * Hasta hace poco la vida cotidiana fue considerada como un factor prácticamente descartable. No podríamos decir que tenía mala prensa: directamente, no la tenía. La historia como ciencia se dedicó a relatar los grandes actos, los “gloriosos” sucesos, los exaltados autores y sus famosos promotores y ejecutores. Generaciones infinitas aprendieron a venerar hasta el hartazgo a Alejandro Magno o a Napoleón, pero se hablaba sobre la vida cotidiana sóolo muy excepcionalmente. Desde los inicios de la civilización, este sistema valorativo condujo al hombre común a una desconsideración y menosprecio de su propia vida por ser poca cosa o, directamente, no ser nada. El hombre no soportaba su pequeña realidad y codició la grandeza esplendorosa y altisonante. Por eso la falta de reconocimiento de sí mismo y este cruel autodesprecio, junto a otras causantes, ha facilitado instalar los sistemas dictatoriales. Una larga lista puede documentar, si así se quiere, cóm