El desembarco invisible. Ensayo sobre la funcionalización de las universidades*



Por:René Báez**

El sentido último de la educación consiste en proveer al hombre de conocimientos para la vida material y espiritual. Por consiguiente, una filosofía de la educación deberá promover el cultivo de la solvencia científico-técnica y al mismo tiempo la formación de seres humanos integrales. Obviamente, estas metas no pueden discernirse en el campo de las formulaciones abstractas, sino en relación a realidades concretas de tiempo y espacio.

¿Cuáles son estas coordenadas para el caso de las universidades nacionales?

1. Un país al filo de la implosión
Más allá de sus cíclicos auges petroleros con sus alienantes reflejos, la sociedad ecuatoriana ha venido reencontrándose en los últimos lustros con la dura realidad de un “subdesarrollo” y una subalternidad estructuralmente más profundos. Su síndrome patológico comprende ahora problemas de enorme magnitud: estancamiento, desarticulación de su aparato productivo, acrecentada vulnerabilidad derivada especialmente de su colosal deuda externa-interna, pérdida de su soberanía monetaria, parasitismo financiero, desabastecimiento alimentario, deterioro biológico y nutricional, desequilibrio crónico de la hacienda pública, elevados desempleo y subempleo, éxodo de la mano de obra a las urbes nacionales y a los “paraísos” primermundistas, pobreza e indigencia de los 4/5 de la población, ruptura del tejido social, ascenso de la criminalidad, anomia y neurosis colectivas, corrupción de “cuello blanco”.
Probablemente la situación que vivimos sea la más aguda que haya soportado la sociedad ecuatoriana en los tiempos republicanos, puesto que a los acuciantes problemas materiales han venido a sumarse calamidades de orden político, moral e institucional, así como el peligro de “balcanización” y luchas civiles si se aprueba la Ley de Autonomías (la ya tristemente célebre “Ley Nebot-Moncayo”) y el riesgo de “anexión” a los Estados Unidos a través del Tratado de Libre Comercio (TLC) y la Iniciativa de Integración de Sud América (IIRSA), amén de una mayor participación del país en la guerra civil colombiana bajo el fementido pretexto del combate al “narcoterrorismo”.

¿Cómo pudimos llegar a esta abismática situación?

La constelación de acontecimientos arriba señalados no es fortuita. Ilustra sobre el fracaso en nuestro medio de lo que Darcy Ribeiro identificara como modernización refleja. Más concretamente, ilustra sobre la victoria del Gran Dinero a nivel internacional y local con la concomitante derrota de los pobres.
Este proyecto societal o civilizatorio, todavía hegemónico a pesar de sus inocultables pies de barro, es defendido por el capital corporativo y por mafias político/empresariales nativas que han secuestrado a las funciones del Estado.

Sustenta que los agobiantes problemas de países como el Ecuador, y específicamente la situación de sus respectivos “pobretariados” (Frei Betto), son susceptibles de resolución mediante la simple agregación de pautas productivas, tecnológicas, organizativas, ideológicas, educativas y culturales metropolitanas. Esto, esencialmente, constituye lo que está detrás del discurso fundamentalista del mercado y la democracia formal.
Para el propio caso ecuatoriano, la insistencia en ese proyecto/modelo societal solo podría significar la agudización y ampliación de las patologías arriba reseñadas, más una eventual implantación del autoritarismo y la represión (el “fascismo colonial” que diría Aníbal Quijano).

2. Universidad y proyecto estatal

Contrariamente a lo que sucediera al despuntar el siglo XX, cuando un liberalismo humanista e integrador jalonaba el futuro nacional con promisorias reformas políticas y económicas, en este tornasiglo y bajo designios de la globalización corporativa y su correlato de modernización inducida, la sociedad ecuatoriana ha venido caminando al desgaire y sin una brújula cierta. Por supuesto, las universidades no han sido ajenas a ese deambular. ¿A qué atribuir esto?
Conforme al investigador argentino Jorge Sábato, el avance científico-técnico y organizativo de un país presupone la acción coordinada del Estado, la empresa privada y las instituciones universitarias. Semejante acción solo puede resultar de la formulación previa de un proyecto nacional, es decir, de la coincidencia de esos estamentos en una visión fundamental sobre el futuro de la nación que permita jerarquizar y cumplir con grandes metas más allá de horizontes electoralistas.

¿Por qué el Ecuador no dispone, como en otros tiempos, de una visión que le permita vislumbrar con certidumbre el porvenir?

Veamos algunas causas específicas:
Los gobiernos del último cuarto de siglo, convertidos a un falsificado liberalismo económico y político y a la dieciochesca ideología del Progreso/Crecimiento, han asumido como guía para su acción el diktat de entidades como la OMC, el Banco Mundial y el FMI, cuyas consecuencias más relevantes han sido la desregulación y la financierización, la asfixia de las finanzas públicas y el debilitamiento y caotización del Estado como eje del funcionamiento de la sociedad.
Todo esto ha provocado efectos aberrantes. En lo que respecta a la educación, y a guisa de ejemplo, demandas científico-técnicas del propio sector estatal que pudieron ser atendidas por nuestras universidades y politécnicas, han sido cubiertas por proveedores externos, retroalimentándose de este modo el “subdesarrollo” y la subalternidad.
La actitud de la denominada empresa privada no ha sido diferente. ¿A qué aludimos? Lejos de contribuir a sustentar un proyecto nacional, identificable con la progresiva instrumentación de un patrón relativamente autónomo de acumulación y crecimiento, se ha mantenido en la práctica de sustentar sus beneficios ya en la sobreexplotación de la mano de obra y los recursos naturales, ya en la consecución de canonjías provistas por gobiernos clientelares, ya a través de desdorosos arbitrios contables y tributarios. El incremento de la productividad a través de la investigación básica y las inversiones grandes y de largo plazo como las que presupone la innovación tecnológica, ha brillado por su ausencia. La pauta ha sido resolver los requerimientos tecnoeconómicos por el expediente de las compras en el exterior de maquinaria, repuestos y materia prima. Por esta ruta, el Ecuador ha venido desangrándose adicionalmente por los ingentes pagos de patentes contratadas incluso para producciones "fáciles" como muebles, ropa y comida, producciones antes autogestionadas.
Las universidades han devenido víctimas y protagonistas de este proceso de modernización aparente. Sin la bitácora de un proyecto nacional de largo plazo, han sufrido de la penuria de las asignaciones fiscales y transformándose en "fábricas de profesionales" más o menos aptos para la gestión de tecnologías importadas, al tiempo que virtualmente han renunciado a su responsabilidad de aportar a la constitución de la “masa crítica” científico-técnica para catapultar a la sociedad nacional conforme a su dotación de recursos y a su idiosincrasia.

3. La universidad mercado-céntrica: una fuga neoliberal

El académico Eduardo González Fiegehen, en un estudio titulado “Reflexiones sobre la educación superior en Chile”, reproducido por el THE de la Facultad de Economía de la PUCE en julio del 2003, elabora una reseña sobre la evolución reciente de las universidades en ese hermano país, reseña que mutatis mutandis corresponde a lo acontecido en el Ecuador.
En sus palabras:
“La legislación pinochetista de 1981, de inspiración neoliberal, abre una nueva perspectiva en la educación superior, poniendo el acento en el servicio a los individuos. Bajo esta lógica, se postula que las instituciones de educación superior deben operar como empresas eficientes, autofinanciadas y competitivas, cuya producto es la oferta de servicios en la formación de profesionales y técnicos en función de las demandas del mercado laboral. De acuerdo a los parámetros de esta misma lógica, la regulación se establece por los mismos mecanismos que rigen el mercado abierto… De acuerdo a lo señalado, lo más trascendente de las transformaciones ocurridas en la educación superior chilena en la década de los ochenta, no radica tanto en lo formal o en la tendencia privatizante. La trascendencia de estas transformaciones radica en el cambio de orientación de las entidades y del sistema en su conjunto que pasó de una concepción con énfasis de servicio al país a otra que prioriza el servicio individual a las personas consideradas como clientes. Muchas de las medidas que se han tomado en la década de los ochenta y los procesos que se han gestado con posterioridad se pueden comprender si se analizan desde esta óptica. Por ejemplo: la apertura para crear nuevas instituciones privadas que absorban la demanda insatisfecha de quienes tienen recursos para financiar sus estudios; la segmentación en niveles educacionales para adecuarse a la segmentación del mercado laboral; la separación del financiamiento para la investigación y la apertura de fondos concursables para entidades no universitarias; el criterio de autofinanciamiento para las universidades estatales...”.
La gran mayoría de países latinoamericanos, el Ecuador entre ellos, como correlato de los ajustes y reformas neoliberales en la economía han venido acoplándose a la concepción, los objetivos y los instrumentos de la universidad mercado-céntrica.
4. El Proyecto Tuning en el Ecuador
El desdibujamiento del último proyecto nacional –el industrialista impulsado por la administración del general Guillermo Rodríguez Lara (1972-1976)- ha dado paso a una paulatina implantación del paradigma neoliberal y reprimarizante, en primer término en la esfera económica y posteriormente, en ámbitos como el educativo. Las consecuencias en/para este sector habrían sido del tenor siguiente:
-          Crecimiento inusitado de las universidades, la matrícula y las carreras en atención a las “señales del mercado” (actualmente el país cuenta con unas 75 universidades entre públicas y privadas y con unos 300 institutos técnicos catalogados como centros de tercer nivel)
-          Carencia o improvisación de soportes académicos y de infraestructura en la mayoría de las universidades nuevas
-          Fragmentación y burocratización de la actividad docente
-          Sustitución de la investigación académica por la consultoría
-          Evaluación de los docentes y estudiantes con criterios cuantofrénicos
-          Precaria o inexistente actividad editorial
-          Frecuentes casos de mercantilización de calificaciones, diplomas y títulos
-          Degradación del empleo para profesionales en los sectores público y privado, con sus secuelas de caída de las remuneraciones por la “flexibilización” y tercerización laboral, éxodo de mano de obra calificada u ocupación de esta en campos ajenos a la especialización cursada
-          Desconexión del drama nacional
-          Profundización de la servidumbre cultural
Una importante convalidación formal del nuevo modelo –y sus efectos- ha tenido lugar a fechas recientes, con la puesta en marcha del Proyecto Tuning-Ecuador, proyecto que aparece muy similar al sistema implantado en Chile (por lo demás, colocado en la picota por las vastas movilizaciones estudiantiles en contra del régimen de la “socialista” Michelle Bachelet).

El documento titulado “El reto de la educación por competencias”, publicado por el CONESUP en el diario El Comercio, de Quito, del 7 de octubre del 2005, confirma la aseveración anterior.

“Entre los esfuerzos de las universidades por responder a unos requerimientos sociales y empresariales sumamente dinámicos, se destaca el Proyecto Tuning de las universidades de la Comunidad Europea, que ha desarrollado un sistema de educación por competencias, centrado en los efectivos resultados de aprendizaje, el cual brinda a la sociedad en general, y a los empleadores en particular, entre otros aspectos, información confiable sobre lo que significa y aporta, en la práctica, cada formación y titulación y, además, establece claras regulaciones sobre los créditos (académicos), para ser utilizados como una especie de ‘moneda común’, tendiente a facilitar la movilidad estudiantil y profesional, y el reconocimiento académico en materia de estudios y titulaciones. Cabe destacar –continúa el documento- que las universidades ecuatorianas han coincidido en sus análisis y en sus esfuerzos de cambio y han considerado oportuno y conveniente conciliar sus propios estudios con las experiencias europeas más avanzadas, adoptando a nuestra realidad la metodología aplicada por el Proyecto Tuning, al cual se han adherido, constituyendo el Conesup el Centro Nacional de este Proyecto para la República del Ecuador, en el marco de una coordinación regional sobre la materia, con universidades de 18 países latinoamericanos. Con esto, la Universidad Ecuatoriana ya se encuentra enfrentando el reto de la Educación por Competencias…”.
¿En qué consisten las denominadas competencias académicas, eje del nuevo modelo? Al respecto y textualmente se dice:
“De acuerdo con la metodología Tuning, hemos iniciado los estudios que nos permitan lograr la pertinencia de las competencias académicas y profesionales, y hemos desarrollado una encuesta... respecto de 27 competencias generales que... deberían caracterizar a todo profesional universitario, de conformidad con una definición conjunta de las universidades latinoamericanas, acordada en Buenos Aires, en marzo pasado. Las competencias sobre las que se ha respondido a los cuestionarios de la encuesta se refieren a: conocimientos, actitudes, habilidades y valores”.
¿Qué significa todo esto en concreto?
A mi juicio, lo siguiente:
Estaríamos frente a un paradigma de complementación del neoliberalismo económico y, por consiguiente, de la funcionalización de la educación a los requerimientos especialmente de las transnacionales y grupos monopólicos nativos. ¿Cuáles las razones?
La continuidad espacio/temporal de la globalización corporativa (“globocolonización”, para sus críticos) requiere de la libre circulación del capital en sus distintas modalidades (productiva, comercial, tecnológica). A tal fin, los gobiernos y las empresas metropolitanas han venido impulsando, desde la década de los 70, diversos operativos encaminados a instituir la denominada nueva división internacional del trabajo que, en esencia, no es otra cosa que la reprimarización productiva de las naciones periféricas como el Ecuador. Las propuestas estadounidenses del ALCA y los TLCs tienen en ese objetivo uno de sus múltiples soportes.
Para el caso de América Latina, las urgencias de las corporaciones de base estadounidense por reducir sus costos de producción y mejorar su competitividad ha dado lugar, también, a las estrategias de control de la infraestructura de comunicaciones y de la provisión de energía denominados Plan Puebla Panamá (que abarca desde el sur de México hasta Colombia) y el IIRSA (Iniciativa de Integración de la Infraestructura de Sud América).
El cambio de paradigma en la educación pública desde una filosofía de derecho social y gratuito hacia una concepción mercado-céntrica, se inscribe en esa lógica. Se trataría, en suma, de vincular la formación de nuestros profesionales conforme a las necesidades del capital mediante la homogeneización del proceso formativo y de sus “productos”, facilitar su circulación como cualquier otro bien (el término ´moneda común’ corresponde al CONESUP), abrir mercados para “paquetes educativos”, equiparar programas, títulos y diplomas (la famosa acreditación), etc.
El instrumento clave del nuevo modelo es la denominada educación por competencias, un concepto de raigambre taylorista, ese enfoque laboral que se aplicara inicialmente en Estados Unidos en tiempos del auge industrial sustentado en el consumo masivo, y consiste en la desagregación del proceso productivo en movimientos y tiempos con fines de maximizar los beneficios empresariales. Con la “educación por competencias”, esa concepción taylorista estaría llegando al extremo de cuantificar valores morales con fines crematísticos, conforme señala el texto arriba citado.
5. Planteamientos para un debate ético-filosófico
La conversión de la educación en mercancía, del docente en instructor y del alumno en cliente me han sugerido las siguientes aproximaciones críticas:
5.1 Para comenzar, confieso que siempre he concebido a la educación como un proceso de enseñanza/aprendizaje orientado a lograr cimas cognoscitivas, morales y emocionales, tanto de los maestros como de los estudiantes. Esta teleología de la educación me ha llevado a creer en el ser humano como un valor en sí mismo y, por lo tanto, a pensarlo siempre como un fin y nunca como un medio. Desde estas premisas, coincido con Pablo Guadarrama quien, en su libro Humanismo, alienación y globalización (Ediciones Jurídicas Gustavo Ibáñez, Bogotá, 2003), escribe: “Toda acción educativa y cultural presupone una carga axiológica de signo positivo si aspira a mantener el sentido originario de la etimología latina del término cultus en oposición a incultus… La especificidad de los fenómenos educativos y culturales conduce a sostener que la educación es un proceso mucho más enriquecedor que la simple instrucción y que la cultura no es cualquier producto de la acción multilateral del ser humano, sino solamente es aquella actividad que contribuye a que el hombre perfeccione sus condiciones de vida...”
5.2 La revisión del paradigma de la universidad mercado-céntrica me ha confirmado que vivimos bajo el predominio del orden económico (más precisamente, economicista) sobre el político y el moral. Es decir, bajo la hiperbólica égida de la razón instrumental con sus poderosos y amorales componentes del dinero y la ciencia positiva.

Ambos elementos ameritan un desglose. Roger Garaudy nos explica que “… la supremacía del dinero obedece al desarrollo del mercado, proceso que justamente está en la base del Renacimiento y la Modernidad. Hasta la época previa –dice- los fines últimos de la vida se definían al margen del mercado: venían establecidos por las jerarquías sociales, las morales implícitas o explícitas, las religiones cuyo origen y fundamento es ajeno al mercado. El mercado sólo llega a convertirse en una religión cuando se erige en regulador único de las relaciones sociales, personales o nacionales, fuente de la jerarquía y el poder”.
Esta “autonomización” del mercado habría conducido a su fetichización. Estamos, pues, frente a una religión laica y consumista que otorga premios y castigos conforme a una sola ley: la Ley del Mercado.
En cuanto a la ciencia positiva, el otro componente de la razón instrumental, ha tenido –como sabemos- un ascenso espectacular y deslumbrante. Baste señalar que el pasado siglo fue testigo de los viajes espaciales y de la comunicación en tiempo real para constatar que la razón tecnológica ha superado a la fantasía; aunque resulta indiscutible también que ha dado lugar a daños irreparables a la naturaleza y a otro culto profano del cual virtualmente todos participamos: la tecnolatría.
5.3 Estos hiperdesarrollos del dinero y la tecnología estarían colocando nuevamente en primer plano la vieja controversia entre humanismo y misantropía, entre el homo sapiens y el homo economicus.
Veamos la cuestión más detenidamente. Max Weber discurrió sobre la superioridad del capitalismo a partir de sus supuestos atributos éticos como la frugalidad, el ascetismo, el sosiego. Semejante capitalismo, si existió alguna vez, resulta evidente que no existe más. Actualmente, explica Alexander Solzhenitsin, “… la fría astucia rige las relaciones comerciales, e incluso se ha convertido en un comportamiento normal. El ceder de alguna manera ante un opositor o un competidor se considera un error imperdonable para la parte que tiene una ventaja en cuanto a posición, poder o riqueza”. (Fin de Siglo, l996).
El pensamiento del filósofo utilitarista Jeremías Bentham, para quien “todo valor es un valor mercantil”, habría sido llevado a su límite misantrópico. Seguramente vislumbrando esa siniestra tendencia, un humanista latinoamericano que vivió entre los siglos XVIII y XIX y que respondía al nombre de Simón Bolívar decidió suprimir por decreto los textos de Bentham de las universidades grancolombianas.
5.4 Rastreando los orígenes específicos del paradigma universitario mercado-céntrico me he encontrado con el siguiente pasaje del libro de Noam Chomsky y Heinz Dieterich titulado La sociedad global. Educación, mercado y democracia (Editorial 21, Buenos Aires, 1999) donde se lee: “La política es la sombra que el gran capital arroja sobre la sociedad”, según el filósofo de la ‘frontera industrial’, John Dewey, quien agrega que mientras este sea el caso, la atenuación de la sombra no cambiará la sustancia”. “Hoy en día esta sombra –dice Dieterich- es más grande que nunca, porque la fuerza que la proyecta ha asumido proporciones gigantescas. Las empresas transnacionales son el spiritus rector de la aldea global en que convierten el planeta...”
Con la última cita he querido subrayar que la creencia de los dirigentes internacionales y locales que definen al Proyecto Tuning como un “proyecto de las universidades para las universidades”, es, por decir lo menos, incompleta.
5.5 ¿Cómo se proyecta el poder corporativo sobre nuestras estructuras educativas?
Veamos al respecto lo que nos dice el investigador colombiano Jairo Estrada en su estudio Transnacionalización y mercantilización de la educación pública (ALAI: 16-04-2004). “La ‘revolución educativa’ que se adelanta en Colombia se encuentra inscrita dentro de las tendencias de política educativa neoliberal, que se han venido profundizando en el país a lo largo del último lustro… Las transformaciones a que está siendo sometida la educación pública en el gobierno de Uribe Vélez dan cuenta de la preparación y ejecución de un proyecto capitalista más integral y más complejo: la creación de un mercado mundial de la educación. Dicho proyecto pasa por la ruta de la mercantilización en el espacio educativo nacional estatal y concibe ésta como parte esencial de un nuevo tipo de inserción en el capitalismo transnacionalizado… La ‘revolución educativa’ gira sobre los ejes del ‘aumento de la cobertura, el mejoramiento de la calidad y de la eficiencia’. Ya no se trata solamente de la conversión del derecho a la educación en la prestación del servicio de educación. Sino de éste, en una mercancía transable (exportable). La posición del gobierno de Uribe frente a las negociaciones de la OMC sobre el comercio de servicios, al proyecto de Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA) y al proyecto de tratado bilateral de libre comercio (TLC) con Estado Unidos permite sustentar esta afirmación”.
Desde luego, el paradigma del mercado aplicado a la educación ha suscitado preocupación entre muchos dirigentes universitarios latinoamericanos. Prueba de ello es la reunión de una treintena de rectores invitados por la UNAM, el año pasado. Ese cónclave cerró sus deliberaciones declarando algo que comparto plenamente: “La educación es un proyecto, es un objetivo, es un destino de naturaleza ontológica, filosófica y antropológica que no puede empobrecerse por la aplicación de las reglas mezquinas del mercado”.
6. Modelo alternativo: aceleración evolutiva
Tiempos de globalización corporativa, tiempos de contraglobalización. Este nuevo siglo aparece marcado tanto por el desplome del “socialismo real” europeo, es decir, por el fracaso de una de las variantes de la “modernización a la occidental”, pero también por la creciente organización y resistencia de los “condenados de la Tierra” que diría Fanon. ¿Qué significaciones tiene esto para la línea de reflexión que nos ocupa?

Básicamente querríamos señalar que un modelo no reflejo y propiamente innovador para la universidades –especialmente públicas- ecuatorianas presupondría cambios políticos de envergadura tanto a nivel regional y naturalmente en el país. Cambios que, por cierto, ya están cristalizando en varias naciones del continente, incluidos los Estados Unidos.
En un artículo periodístico titulado “Modernización versus modernización” que publicara en el semanario Líderes del 22 de enero del 2001, describía esa potencial ruta alternativa para el país y Latinoamérica/la Patria Grande a través de elementos como los siguientes: a) democratización de los órganos del poder mundial; b) integración-integradora de nuestros países como la que propicia la Alternativa Bolivariana para las Américas (ALBA) en contraposición a la integración-desintegradora que fomentan las potencias y sus conglomerados transnacionales; c) crítica a la propiedad privada monopólica y la “propiedad burocrática”; d) recuperación del Estado y reconstitución de los mecanismos endógenos de acumulación y crecimiento; e) construcción de una “economía para todos” fundada en la redefinición de las necesidades y en la revalorización del trabajo; f) impulso a una relación hombre-naturaleza mutuamente enriquecedora; g) redefinición del mercado para intercambiar conocimientos y solidaridad; h) comprensión de la democracia como un hecho culturalpolítico continuo; i) descolonización de las ideologías, la educación, la cultura y el ciberespacio; j) reencuentro con los principios de soberanía, identidad y autodeterminación; k) afirmación de la creencia en los valores absolutos de la libertad, la justicia y la dignidad humana...”
Hasta hace poco, plantear un modelo alternativo al discurso único era percibido como producto de mentes febriles o anacrónicas. Más recientemente, se ha acuñado una expresión con la que me siento más identificado: “utopía movilizadora”; aunque en mayor medida coincido con el pensamiento de un innombrable rebelde europeo del siglo XIX quien escribió: “Es apostando sobre lo imposible que, a lo largo de la historia, se ha avanzado en el descubrimiento y la realización de lo posible”.

* Ponencia presentada al Encuentro Latinoamericano del Foro Mundial de Alternativas, evento realizado en Quito entre el 26 y el 29 de febrero del 2008

** René Báez, Premio Nacional de Economía y miembro de la International Writers Association

Publicado en ;Alainet, 26/03/08

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