Por la Primera Reforma Universitaria ,Planteamientos políticos.-




Por Paola Michilena - Colectivo estudiantil Iñina

La actual modernización vertical de la Educación superior, que impone un modelo tecnocrático deshumanizante de corte anglosajón, nos   debe conducir a recordar la mejor tradición de la universidad latinoamericana forjada con la lucha de incansables hombres y mujeres de la talla de José Carlos Mariátegui, Julio Antonio Mella, Deodora Roca, Manuel Agustín Aguirre, entre otros, si queremos construir una educación universitaria de cara al pueblo y sus necesidades , y no a la acumulación del capital transnacional ahora en crisis, y con ansias de establecer enclaves “neocoloniales” vinculadas al mercado mundial con sus criterios de pertinencia y calidad.

De ahí la importancia de recuperar el ideario y las consecuciones logradas con la Reforma Universitaria de Córdoba de 1918 y la II Reforma Universitaria, promovida durante el Rectorado del Dr. Manuel Agustín Aguirre, valioso teórico marxista y dirigente del entonces Partido Socialista Revolucionario.
   

En efecto, la reforma de 1918, iniciada en una universidad jesuita de Córdoba, propagada de inmediato a  Buenos Aires, La Plata y Tucumán,  y luego al conjunto de América Latina, promovió la realización de algunos principios y conquistas primordiales:
•    Autonomía universitaria que se refiere a la capacidad de cada Universidad para diseñar, aprobar y organizar carreras, dictar sus propios estatutos y reglamentos, nombrar y remover a su personal docente y administrativo, y afirmar su capacidad de organizarse con independencia del gobierno y los grupos de poder de la sociedad civil.
•    Cogobierno conformado por docentes, estudiantes, incluidos los egresados, y  administrativos
•    Ingreso irrestricto.
•    Reconocimiento de las organizaciones de estudiantes asegurando su participación en la cogestión de la Universidad
•    Docencia libre y cátedra paralela.
•    Extensión universitaria.
•    Acceso de los docentes a sus cargos por concurso público de merecimientos y oposición.

Si analizamos la actual situación y los contenidos de la LOES, miramos una profunda contra-reforma la cual se inicio con la ola neoliberal de los años 80, puesta ahora en marcha “casi” imperceptiblemente, sosteniéndose como conceptos comunes y conservadores como el mérito académico burocrático, que además legitiman el disciplinamiento a los estudiantes y docentes. Esto se evidencia con la organización y funcionamiento del sistema universitario que relega a la universidad pública a un centro de educación continúa negando su posibilidad de investigación.

El proyecto de universidad en manos de la SENPLADES, promueve, lo que algunos teóricos han denominado “La Sociedad del Conocimiento” concepto procedente de la sociología europea, especialmente, alemana. (Karsten Krüger disponible en: http://www.ub.edu/geocrit/b3w-683.htm). La idea, en general, es que frente la noción de sociedad de la información, que se concentra exclusivamente en la influencia de las NTIC (Nuevas tecnologías de conocimiento) en la vida humana, la sociedad del conocimiento se enfoca en la importancia del conocimiento como factor de re-producción del sistema, particularmente, el hecho, como dice Castells, de que la acción del conocimiento sobre sí mismo es la principal fuente de productividad (ver capítulo 2 de La Era de la Información, Volumen 1: La Sociedad Red). Hay otros conceptos, como sociedad postindustrial, sociedad experta, sociedad programada o, del mismo Castells, sociedad informacional.


Hay que abordar la cuestión de la transición hacia la sociedad del conocimiento, en sus aspectos tecnológicos y económicos, pero también en los aspectos éticos y humanos. Qué decir de los creativos, y sociales. Aspectos que pudieran desviarse en una comprensión política del asunto –la suya-: pareciera que el objetivo “político” es, incorporarnos en los sectores de punta del capitalismo en el marco de una tercera división internacional del trabajo; los de la biotecnología y para resarcir en algo los daños humanos y medioambientales provocados por la minería, el turismo comunitario. Apuntamos además que, la “info-industria” promueve la menor generación de empleo.

Rebatimos la oposición –fácil- porque sí, así como los planteamientos promovidos desde la derecha, que pueden incorporarse en el discurso de la izquierda ecuatoriana y desvirtuarla: el hiperpresidencialismo por ejemplo, cuyo opuesto sería el “hipopresidencialismo”: la ninguna concentración de poder en el Estado, expuesto en el régimen neoliberal y dictatorial de Pinochet. El problema no es la concentración del poder en el ejecutivo, sino el proyecto que se despliega a partir de la concentración de ese poder, en este caso, un modelo educativo neo-desarrollista, elitista, excluyente –por cada persona que entran 700 se quedan fuera-, que promueve el bienestar individual por sobre el colectivo sustentándose en un “discurso de poder” que, tiene asidero en las mentes colectivas –y del que hay que cuidarnos -, y además quiere dejar por fuera las opiniones distintas, y las resistencias. No entendemos funcionar a partir del mérito y las competitividades, –de las singularidades sí-, tampoco bajo la dinámica del susto y del apuro. Aunque nos toque por nuestra nueva de condición de trabajadores de nuevo tipo. Y en cuyo caso, corresponde organizarnos.
Pensamos la universidad con autonomía, para crear y resistir.


Creemos que no existe la autonomía amén de la extrema estructura jerárquica con el SENPLADES y el CES en la cúpula, los rectores funcionarios de tercera categoría y los profesores convertidos en funcionarios públicos.
Opinamos que se nos ha zampado de un solo bocado casi 100 años de conquistas universitarias.
Estamos antes de 1918. Y por tanto, requerimos necesariamente una nueva Reforma de Córdoba.
La II Reforma Universitaria, ideada y propulsada por el Dr. Aguirre promovió la implementación de algunos principios de Córdoba como el libre ingreso, fortaleció la participación estudiantil con el Cogobierno paritario y sobre todo impulsó la articulación de la Universidad con la vida y las demandas sociales. El desarrollo de la Facultad de Arquitectura en torno al urbanismo, estudiado críticamente a partir de teóricos como Castells, o de la medicina social fue uno de sus mayores desarrollos.
La LOES y la situación actual niegan esos objetivos y postulan la subordinación total del sistema universitario a los programas económicos y políticos del Ejecutivo.
Hay que volver a empezar. Necesitamos reconquistar la primera y la Segunda Reforma universitarias. Sin embargo, la Tercera, o sea nuestro proyecto de universidad, debe ser el horizonte de la lucha.

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